A los propietarios de cachorros se les reconoce fácilmente por los arañazos en brazos y piernas. Al principio hace gracia, ¡qué mono, cómo me muerde el muy bicho! Pero pronto se transforma en un problema. ¡Jo, qué bruto es, me tiene frito! El cachorro va creciendo y con él sus dientes y su fuerza.
El mordisco canino es un tema importante que merece especial atención por parte de los dueños. Actuando desde que son cachorros podremos enseñarles no solo qué pueden y qué no pueden morder sino también con qué intensidad. Atentos.
Todos los cachorros muerden. Los cachorros usan sus bocas para explorar el mundo (igual que los niños en una etapa de su primera infancia). Y usan sus bocas para jugar. No tienen manos, la boca es su mejor herramienta de relación.
Los cachorros cuando nacen no saben controlar su mordisco. Es durante sus primeras semanas (ya dentados, se entiende) cuando aprenden a inhibirlo, es decir, a morder con la intensidad justa para no hacer daño.
¿Y cómo lo aprenden? Mordiendo.
De esta manera tan sencilla y natural, el cachorro aprende a morder con una intensidad adecuada, no excesiva.
Este punto tiene una importancia capital, ya que cualquier perro a lo largo de su vida se verá en alguna situación "obligado a morder". Por muy bueno y muy tranquilo que sea un perro siempre se podrá dar la extraña situación en la que no vea otra salida que un mordisco: se le pilla la cola con la puerta del coche, se le pisa una pata, un niño, al intentar abrazarle, se cae sobre él y lo chafa,…
En ese caso, el perro puede que muerda, pero si tiene una inhibición adecuada del mordisco no causará daños importantes. Mientras que si no tiene esta inhibición probablemente hará una herida considerable.
Es probable, entonces, que nuestro cachorro no haya aprendido la inhibición del mordisco si nos lo traemos a casa muy pequeñito. Así que uno de los objetivos prioritarios en su educación será enseñárselo. ¿Cómo?
Jugaremos con él de manera animada, con nuestras manos. El cachorro morderá y morderá. Antes o después el mordisco será más fuerte, en ese mismo instante debemos decir un "AYY" sonoro y retirar la mano.
***No se trata de castigarle, ni gritarle, ni empujarle, ni enfadarse, simplemente un AYY sonoro pero solo "informativo" (perdona, me has hecho daño).***
***No se trata de castigarle, ni gritarle, ni empujarle, ni enfadarse, simplemente un AYY sonoro pero solo "informativo" (perdona, me has hecho daño).***
Normalmente paran en seco, un poco perplejos (¿qué ha pasao? pensarán). Esperamos unos segundos y continuamos con el juego,… hasta que vuelve a morder fuerte.
Hay cachorros con un juego excesivo que no paran ante nuestras "señales de dolor", tal vez piensen que es parte del juego y continúan mordiendo incluso más fuerte. Ante esta situación, lo mejor es levantarse y salir del lugar, de esta forma nos aseguramos que el juego se interrumpe. Eso sí, en un minuto debemos volver a seguir jugando, si no, el cachorro no aprenderá nada.
Repetiremos esto 5 ó 6 veces antes de parar de jugar completamente. Si lo hacemos todos los días, podréis comprobar que en poco tiempo el cachorro va disminuyendo la fuerza de su mordisco hasta llegar a niveles aceptables para todos.
Pero debemos seguir enseñándole cosas. A nadie le gusta que un perro le muerda, ni si quiera jugando. Así que enseñemos a nuestro perro a no morder, que sea educado y no incluya el mordisco en sus patrones de juego con nadie. Así, una vez le hemos enseñado a inhibir el mordisco, podemos avanzar al siguiente paso: enseñarle a no morder a las personas.
Pero debemos seguir enseñándole cosas. A nadie le gusta que un perro le muerda, ni si quiera jugando. Así que enseñemos a nuestro perro a no morder, que sea educado y no incluya el mordisco en sus patrones de juego con nadie. Así, una vez le hemos enseñado a inhibir el mordisco, podemos avanzar al siguiente paso: enseñarle a no morder a las personas.
Hay pieles tan sensibles que cualquier mordisquito puede ser peligroso. |
El proceso es muy similar al anterior pero ahora no permitimos el menor contacto diente-piel. Jugaremos en las más diversas situaciones, podemos ayudarnos de juguetes para provocar sus errores.
Empezamos con niveles de excitación bajos para poco a poco ir subiendo. Se trata ahora de que cualquier roce de sus dientes con nuestra piel (AYYY!!!) no está permitido. El cachorro, va viendo que, si no os muerde, el juego con vosotros continúa y si os roza, paráis inmediatamente.
Como antes, debemos parar solo durante unos segundos y volver a jugar inmediatamente. Únicamente a base de muchas repeticiones el cachorro aprenderá.
Él quiere jugar con vosotros, aceptará vuestras reglas.
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