El ladrido es un tema controvertido y complejo
dentro de la educación canina. Hay muchos tipos de ladrido, muchos motivos por
los que un perro ladra y diversidad de sensibilidades y tolerancia al respecto.
Iré por partes.
1. “Mi perro
ladra, doctor”. No es broma, más de una vez han requerido mis servicios con
esta frase. Casi siempre consigo frenar mi lado irónico para no contestar: “Llevadlo
al circo, os vais a forrar”.
Los perros ladran, es algo natural y necesario en su vida. Es un medio de comunicación muy útil para ellos.
Así que nos equivocaremos si planteamos como objetivo que nuestro perro no ladre. Si no queremos ladridos en casa lo mejor es no adoptar un perro.
2. El ladrido canino incontrolado y repetitivo puede
llegar a ser un sonido muy desagradable. Pero ¿dónde está el límite entre lo
normal y lo excesivo? Hace algunos años me llamaron unos clientes con un
problema de ladrido. Su perro molestaba a un vecino. En la consulta intentamos
hacer un recuento de momentos de ladrido diarios y duración total del mismo.
Resultó que el perro ladraba de 8 a 10 veces al día con una duración total
inferior a un minuto.
Acabaron muy sorprendidos porque pensaban que tenían
un problema pero al revisar los datos se dieron cuenta que habían sobrevalorado
los ladridos. Su perro ladraba con una frecuencia normal. En mi opinión era un
perro poco ladrador (¡1 minuto en 24 horas!). El problema no lo tenía el perro
sino más bien aquel vecino.
3. Ladrido excesivo: Como decía al principio el
ladrido es un tema complejo, cada caso hay que estudiarlo con detalle: En qué
situaciones ladra, a qué o quién, cómo
es su comportamiento durante y después de ladrar, cómo es la respuesta de los
dueños, cómo y cuándo empezaron los ladridos… y un largo etcétera.
Algunos clientes se sorprenden ante la necesidad de
hacer una consulta “simplemente porque su perro ladra”, solo quieren que se les
diga qué tienen que hacer para que no lo haga. Pero intento que entiendan que
no hay un tratamiento único. Cada caso requiere una terapia específica y es
imprescindible conocer el por qué del ladrido para acertar con ella.
ERRORES DEL PASADO
Por desgracia, el ladrido tradicionalmente ha sido
juzgado como un acto voluntario y desconsiderado por parte del perro. Así la
solución del problema consistía en impedir que el perro ladrara. A cualquier
precio.
De ahí todo un arsenal de prácticas desagradables e
instrumentos de tortura. Aquí va una muestra:
1. Dominar
y corregir: Gritar más que el perro, darle un fuerte tirón de correa, o un
“toque” (eufemismo de “golpe”) en el costado. El perro se callará porque
entiende que tú mandas (!?!?).
2. Bozal:
Trozo de tela tan apretado a la boca que impide que ésta pueda abrirse,
haciendo difícil el ladrido. Y el jadeo.
3. Aislamiento:
Encerrar al perro donde no se le oiga o llevarlo al campo.
4. Collares
“educativos” (eufemismo de “de castigo”): Collares que al detectar ladridos
vibran, expulsan una sustancia repelente o dan una descarga eléctrica. El perro
asustado, incómodo y/o dolorido deja de ladrar.
5. Laringectomía:
Operación quirúrgica consistente en extirpar las cuerdas vocales del perro. No
es broma, esto se sigue haciendo hoy día en España.
Tratamientos como estos solamente nos quitan la
molestia de oír el ladrido. Pero al perro no solo no le ayudan sino que empeoran su calidad de vida. Las consecuencias más frecuentes son el agravamiento del
problema de ladrido y la aparición de otros tipos de problema, como el miedo y
la agresividad.
LA PUNTA DEL ICEBERG
Cuando un perro ladra más de la cuenta es porque hay
algo en su vida que no va bien. El ladrido es un medio de comunicación con
otros perros (y animales) pero también es una manera de expresar cómo se
sienten.
Si un amigo de repente un día me empieza a gritar, y
grita a sus hijos, a la policía de tráfico, en el súper, en el trabajo,…
podemos darle un empujón, ponerle un bozal o, incluso, meterlo en la cárcel.
Así conseguiremos que no nos grite, pero no creo que nada de eso le ayude a dejar
de gritar. Estaremos de acuerdo que lo ideal sería sentarse con él y
preguntarle: amigo, ¿qué te pasa? ¿puedo ayudarte?
Lo mismo deberíamos hacer con nuestros perros. Ellos siempre son sinceros en la manifestación de
sus sentimientos. Su conducta expresa en cada momento lo que sienten. El ladrido
puede aparecer en situaciones de excitación, miedo, frustración, dolor,
alegría,… Si estudiamos el contexto en el que ladra, podremos saber qué siente y
así ayudarle a gestionar esa situación de una manera más adecuada.
Mi recomendación general ante un ladrido excesivo es que intentemos mantener la calma. A veces es difícil porque resulta muy molesto o inoportuno, pero si nos exaltamos empeoraremos la situación. El ladrido es compañero de la excitación canina (tanto en lo bueno como en lo malo), así que no añadamos más leña al fuego. Si no consigues mejoras, consulta a un especialista.
Comentarios
Publicar un comentario