El estrés y su relación con los problemas de
comportamiento tienen un papel principal en la etología veterinaria. Los
estudios científicos realizados en los últimos 25 años así lo ponen de
manifiesto. La consideración del estrés y sus efectos en el comportamiento
canino y felino ha resuelto muchas incógnitas y contestado muchas preguntas
acerca de la educación, el adiestramiento y la resolución de problemas de
nuestras mascotas.
*¿Qué es el estrés?
Podemos definir el estrés como la respuesta de un organismo a un cambio en su entorno.
Podemos definir el estrés como la respuesta de un organismo a un cambio en su entorno.
- Dicha respuesta pretende preparar al
organismo para afrontar la situación en cuestión.
- El cambio en el entorno es la aparición
de cualquier estímulo relevante para el organismo. Puede ser interno (p. ej. la
sensación de hambre, frío…) o externo (p.ej. la visión de un león viniendo
hacia ti).
Jugar a lo burro con los compañeros de paseo necesita una reacción de estrés que permita correr, saltar, morder... |
Así que podemos decir que el estrés es lo que hace
nuestro organismo para ayudarnos a resolver las muchas y muy distintas
situaciones a las que nos enfrentamos en nuestro día a día.
Es positivo y necesario para la supervivencia.
*¿Cómo se produce?
La respuesta de estrés es muy compleja e intervienen
un sinfín de órganos, neurotransmisores y hormonas. Todo comienza a nivel
nervioso, donde se activa el sistema límbico que es el encargado, a su vez, de
activar los procesos de emergencia. Gracias a esto se aceleran el ritmo cardíaco y el respiratorio, sube la tensión arterial, la sangre se llena de
glucosa y se redirige a los músculos, las pupilas se dilatan y un largo
etcétera, todo ello con el objetivo de preparar al organismo para superar la
eventualidad surgida.
Pero hay que destacar que esta activación del
sistema límbico produce también una suspensión temporal de la corteza cerebral,
que es la encargada del aprendizaje, del control de los impulsos y de los
procesos de pensamiento más complejos.
Es decir, ante un estímulo “estresante” (que provoca
respuesta de estrés) el organismo se prepara para reaccionar de manera rápida y
enérgica, pero tiene inhibidos el aprendizaje y la capacidad de resolver conflictos
y situaciones novedosas de una forma razonada.
El tipo de reacción que se desarrolla depende de la intensidad del estímulo y de las experiencias previas.
* Estrés y conducta:
Aplicar estos conocimientos a la etología
veterinaria ha supuesto un avance importantísimo en la relación con nuestras
mascotas y está resultando fundamental para mejorar los métodos de educación,
adiestramiento y resolución de problemas de comportamiento.
Concretemos en la educación canina. Los métodos del
sistema tradicional se basaban en la dominación del perro a base de
comportamientos bruscos y en la corrección/castigo de los comportamientos
inapropiados. Podéis ahora imaginar que actuar de manera intimidatoria, gritar,
dar tirones de correa, colocar un collar de descargas eléctricas en el cuello y
un lamentable larguísimo etcétera son todos estímulos aversivos para el perro y
que, por tanto, ponen en marcha la respuesta de estrés.
Como hemos visto, en esta situación, el perro no solo
no tiene la capacidad de pensar con claridad y decidir la mejor opción sino que
además tiene limitada su capacidad de aprendizaje. Es evidente que de esta
forma creamos un ambiente poco propicio para educar, adiestrar o solucionar
nada. Incluso, si este estrés se mantiene las consecuencias pueden ser desastrosas (estrés crónico).
La educación en positivo tiene muy en cuenta este
punto. Somos conscientes que castigando se lo ponemos más difícil al animal. Tenemos muy claro que la
prioridad es el bienestar físico y psicológico de la mascota, ya que de esta manera
él disfruta de la experiencia y además conseguimos mejores resultados.
Comentarios
Publicar un comentario