Una de las consultas más frecuentes cuando hablamos
de gatos es la de los problemas de eliminación, es decir, cuando hacen los
pipís y los popós fuera de su sitio. Nos referimos concretamente a esos orines en los que el gato vacía la vejiga o a las heces. La solución suele ser
sencilla, pero requiere un estudio exhaustivo para diagnosticar cuál es el
problema y así poder dar el tratamiento adecuado.
Lo primero de todo ante un problema de este tipo es
realizar un examen veterinario que incluya, al menos, exploración y analítica de
sangre y orina. Son muchos los problemas
físicos que pueden dar problemas de este tipo y debemos descartarlos antes de
empezar con un tratamiento conductual.
Por poner un ejemplo, un gato puede empezar a orinar
donde no debe porque tiene cistitis o diabetes o cualquier problema de
incontinencia. Hasta que no resolvamos el tema médico los pipís seguirán
apareciendo en lugares inadecuados por mucho que nos esforcemos en un
tratamiento de la conducta.
Hechas las pruebas pertinentes y descartados los
problemas físicos debemos centrar nuestra atención en sus hábitos y
preferencias. Los gatos son animales muy limpios y discretos a la hora de hacer
sus cosas. Les gusta las superficies porosas, piedrecitas y similares, y los
lugares tranquilos, alejados de miradas curiosas. Muchos de ellos son
escrupulosos en la higiene de su retrete y a otros no les gusta compartirlo.
Así que si respetamos estas preferencias y le proporcionamos las condiciones adecuadas el gato no tendrá inconveniente en hacer en su cajita.
Sin embargo si el gato no se encuentra a gusto en el lugar habitual y no tiene acceso a la calle, empezará a hacer sus cosas donde crea oportuno. Muchos lo harán sobre tejidos, ya sea la alfombra, las colchas, el sofá; otros lo harán en el lavabo, la bañera e incluso el fregadero.
Ni que decir tiene que no se debe castigar de ninguna forma a nuestro gato. No conseguiremos más que estresarlo y empeorar la situación. Por mucho que nos moleste no debemos gritarle ni pegarle. Es absurdo e ineficaz.
Se trata de ver qué es lo que está fallando para que se haya producido el cambio. Vayamos por partes:
Así que si respetamos estas preferencias y le proporcionamos las condiciones adecuadas el gato no tendrá inconveniente en hacer en su cajita.
Sin embargo si el gato no se encuentra a gusto en el lugar habitual y no tiene acceso a la calle, empezará a hacer sus cosas donde crea oportuno. Muchos lo harán sobre tejidos, ya sea la alfombra, las colchas, el sofá; otros lo harán en el lavabo, la bañera e incluso el fregadero.
Ni que decir tiene que no se debe castigar de ninguna forma a nuestro gato. No conseguiremos más que estresarlo y empeorar la situación. Por mucho que nos moleste no debemos gritarle ni pegarle. Es absurdo e ineficaz.
Se trata de ver qué es lo que está fallando para que se haya producido el cambio. Vayamos por partes:
- Caja: Debe ser lo suficientemente amplia para que el
gato quepa de pie y de paredes no muy altas para que no encuentre problemas a
la hora de entrar. A algunos les gusta que esté cubierta (como un transportín
sin puerta), supongo que porque aumenta la intimidad, y a otros no.
- Arena: Hay un sinfín de tipos de arena, incluso hay de
materiales plásticos y vegetales. En mi experiencia no la más cara es la mejor.
Las piedrecitas típicas de venta en cualquier tienda suelen ser de su gusto. Si
no es así, prueba varios tipos hasta dar con la que se sienta cómodo.
- Lugar: Preferentemente una zona de la casa poco
transitada y tranquila. Debemos evitar las zonas de paso y las habitaciones muy
frecuentadas, así descartamos las cercanías de las puertas, el salón, los
pasillos… Tampoco son de su gusto zonas ruidosas, por ejemplo al lado de la
lavadora o cerca de una ventana.
También es importante no poner la caja cerca de
donde comen o duermen, ya que no suele gustarles.
- Limpieza: La caja hay que limpiarla con cierta
frecuencia. Depende mucho del gato. Los hay exquisitamente limpios y otros
mucho menos escrupulosos. Quitar las cacas y zonas húmedas diariamente y cambiar la arena por completo una vez por
semana son unos mínimos que la mayoría de nuestros gatos encuentran aceptables.
- Compartir: rara vez me he encontrado con un problema
de este tipo, pero hay gatos que se niegan a compartir caja. En este caso hay
que poner más de una en la casa, por lo menos tantas como gatos haya.
En general, cuando se empieza a manifestar este
problema en un gato que anteriormente no lo tenía se suele deber a algún cambio más o menos importante en su vida diaria. Para nosotros el cambio puede ser insignificante
pero aquí es el gato el que decide su
valor.
- Cambios evidentes: Cambio de vivienda; viene un nuevo miembro a la familia (bebé, gato, perro,…);
cambio de caja o arena...
Pero también hay otros cambios que nosotros no
detectamos o simplemente no les damos importancia:
- Cambios ocultos:
El vecino ha adoptado un gato y merodea la terraza; hemos instalado un equipo
de aire acondicionado cerca de su caja; es verano y la ventana queda abierta; hay un mueble nuevo colocado en las inmediaciones de la caja; limpiamos la caja con un producto
distinto...
A veces hay que realizar un verdadero trabajo
detectivesco para encontrar qué es lo que le molesta.
Si después de hacer todas las mejoras posibles en su
entorno el problema se mantiene debemos sospechar que hay algo más. Puede
tratarse de un tema de miedo y estrés o una enfermedad que no hayamos detectado
en el examen físico. En este punto tendríamos que profundizar en el diagnóstico
en busca del origen del problema.
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