
Se ha puesto de moda salir a hacer deporte con tu perro: correr, bici, patines… El objetivo es compartir ese momento con tu mascota al tiempo que permites que haga ejercicio. Así, le pones un arnés, una correa y ¡hala, a sudar! Muchos educadores lo recomiendan, incluso sale por la tele.
En principio parece una actividad adecuada para nuestros perros ya que están al aire libre y corren, gastando energía. Pero si lo miramos más detenidamente podremos descubrir que no se trata de una práctica tan beneficiosa para nuestro perro como pueda parecer.
Para empezar diré que no todos los perros están preparados para este tipo de ejercicio. Tenemos que fijarnos en cómo es y
en qué estado se encuentra nuestro perro. Por ejemplo, no es recomendable en perros
muy jóvenes o ya en la vejez. Ni, por supuesto, en perros enfermos o con
problemas en el aparato locomotor. Tampoco en perros muy pequeños o con
características morfológicas “poco adecuadas” como patas muy cortas, morro muy
chato, espalda muy larga, etc.
También debemos tener en cuenta que el perro puede padecer
un problema puntual, pasajero, tal vez no muy grave pero lo suficientemente molesto como para que en la carrera de hoy se convierta en un verdadero problema. Es posible que tenga
gastroenteritis, vamos un poco de diarrea; o que le duela la pata porque ayer
se dio un golpe; o el cuello porque somos un poco brutos cuando le llevamos con
la correa. Él no tiene la capacidad de explicárnoslo, y ahí lo ves, obligado a
correr.
Lamentablemente estas prácticas ya poco adecuadas se unen demasiadas veces a las maneras e intransigencia de la educación canina tradicional transformando el paseo en un calvario:
Lamentablemente estas prácticas ya poco adecuadas se unen demasiadas veces a las maneras e intransigencia de la educación canina tradicional transformando el paseo en un calvario:
- El dueño va con una cuerda corta que obliga al animal a ir pegado a él pero con cuidado de no tropezarse con el dueño o la bici.
- Los tirones de correa son frecuentes: “el perro debe obedecer y seguir mi ritmo”. Olvidando que al perro le pueden pasar mil cosas que hagan que se distraiga o retrase.

Todas estas circunstancias hacen que este tipo de paseos no satisfagan las necesidades del perro. Así el animal puede que llegue a casa físicamente cansado pero lo más probable es que psicológicamente llegue frustrado, estresado e intranquilo.
Vayamos más allá, aparte de todas estas consideraciones, incluso para un perro de características y morfología adecuadas, en perfecta forma y con un adiestramiento óptimo, la carrera continua no es el tipo de actividad que más le conviene, desde luego no es la que él elegiría.
Lo que les gusta realmente a los perros a la hora de pasear es hacerlo por un espacio abierto, amplio, cuanto más mejor, en el que tengan libertad para correr cuando les apetezca, pero también para pararse a buscar, olisquear, escarbar a sus anchas y hacer sus necesidades. Y, por supuesto, tener la oportunidad de interaccionar con otros perros.
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